En el momento en que escribo estas líneas, a mediados de enero, aún no se sabe cuándo se celebrarán las elecciones en Catalunya. Un año después de que Quim Torra diera por “finiquitada” la legislatura anticipadamente, el presidente en funciones y candidato de ERC, Pere Aragonés, decretó, amparándose en la crisis del Covid-19, el traslado de los comicios del 14 de febrero al 30 de mayo. Poco después, el TSJC anuló esta decisión por no ajustarse a la legalidad: una muestra más de la improvisación a que este gobierno nos tiene acostumbrados.

Los socialistas consideramos que la propuesta de aplazamiento no obedece a motivos sanitarios, sino a intereses partidistas, y por eso hemos defendido que se vote antes de semana santa.

El PSC, uniéndose a la opinión de patronal y sindicatos, considera que no hay razones para aplazar las elecciones al Parlament de Catalunya. Si debemos ir a trabajar, si estamos orgullosos de mantener abiertas las escuelas, no podemos permitirnos cerrar los colegios electorales. Como han demostrado muchos países, la pandemia no suspende la democracia. Portugal celebra sus elecciones el 24 de enero. Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia… son sólo algunos ejemplos de países que han acudido a votar en tiempos de pandemia. Las elecciones son un momento sagrado de la democracia.

La mejor garantía para luchar contra la pandemia es disponer de un gobierno sólido, estable y competente que sustituya el actual gobierno provisional indeciso, dividido y superado. Un gobierno que gobierne.

Con las elecciones convocadas para el 30 de mayo, lo que podemos tener por delante es un país con cuatro meses sin dirección efectiva, sin control parlamentario y sin presupuestos para hacer frente a una pandemia sanitaria y a una crisis económica y social.

Los y las socialistas somos en estos momentos  la única garantía de cambio. Saldremos a disputar las elecciones y creemos que estamos en condiciones de ganarlas, se celebren cuando se celebren, con nuestro candidato Salvador Illa. Catalunya necesita liderazgo, gobierno y empuje. Si no saben o no quieren gobernar, que dejen paso.